Este blog incluye las declaraciones completas de todos los colaboradores de la publicación principal del blog. El debate sobre Pro Vida y Pro Elección se intensifica
La premisa es escuchar y respetar todas las opiniones y amplificar las voces de quienes trabajan en nuestra comunidad. Nuestros únicos enemigos son el individualismo y la indiferencia. Por eso, a continuación incluimos diferentes voces para quienes estén abiertos a aprender y (quizás) cambiar su postura.
yoHola a todos, soy Romina. Moralmente siempre me he opuesto a la idea de decidir sobre la vida de los demás y nunca he estado de acuerdo con el mantra de “es mi cuerpo, hago lo que quiero”.
En los casos en que hubo violencia o condiciones médicas lo tengo muy claro. Hace poco tuve que interrumpir un embarazo (muy deseado) porque mi bebé sufría del Síndrome de Edward y no creo que nadie espere que una madre tenga un hijo para verlo morir en meses.
Para los demás casos creo que no hay opciones éticas morales. “Si el aborto es producto de un descuido, siempre es lamentable”. No lo digo desde un pedestal, hace años yo misma elegí terminar un embarazo porque no se cumplían las condiciones mínimas. Era el peor de los males, pero aun así estaba mal. Recuerdo ver en Youtube cómo estaba un ‘feto’ de 14 semanas y era claramente un bebé, una vida a la que yo había decidido terminar. No quería traer al mundo un hijo sin madurez, sin familia ni solvencia económica. No me arrepiento, pero recuerdo llorar en la cama durante semanas.
Por suerte lo hice en el Reino Unido, así que no tuve que sentirme peor por entrar en una clínica clandestina y poner en riesgo mi vida o temer que la policía me arrestara.
La situación en América Latina tiene que cambiar urgentemente. Basándome en la experiencia argentina, espero que las nuevas leyes que se aprueben no normalicen esta práctica como un simple trámite. Es importante tomarse el tiempo para pensar todas las opciones y cuando hay parejas creo que la opinión del hombre es muy importante también. Al fin y al cabo, si decidimos tenerlo, le exigimos compromiso, así que me pregunto si es justo que la mujer tenga la última palabra, en cada situación.
Creo que se debería legitimar el derecho de la mujer (o de la pareja) a elegir, aunque personalmente pondría un límite al número de intervenciones permitidas para no desincentivar la prevención.
Mis últimas palabras son Consejos para aquellas mujeres que deciden abortar en el Reino Unido Basándome en mi experiencia pasada, sospecho que para ahorrar costes están “incentivando” a las mujeres a optar por la “opción química” que implica sólo tomar medicación. Con todas las mujeres a las que les cuento esta experiencia, lo pasaron muy mal. Mi embarazo estaba muy avanzado y me dieron medicación antes de la operación y lo pasé fatal. Tampoco dejaron entrar a mi pareja, hasta que me vieron tan mal que le dejaron entrar a él porque armé un escándalo. Esto no debería ser así, es un proceso doloroso física y emocionalmente, por lo que recomiendo contactar previamente con la clínica para aclarar estas cuestiones antes del día de la intervención.
Soy Julieta, coordinadora local y parte de la Red Nacional de Apoyo a Mujeres con Embarazos Vulnerables de Argentina. Cuando hablamos de aborto, es muy importante saber qué hay en el útero, cuando comienza la vida humana. El hecho biológico es que la vida humana comienza en la fecundación. Esto no es una cuestión de opinión, ni de religión: es lo que la ciencia ha demostrado. El embrión ESTÁ en el cuerpo de la madre, pero no ES su cuerpo. Tiene su propio código de ADN desde el primer momento. Tiene su propio corazón que late desde los 17 días posteriores a la concepción a su propio ritmo. El aborto es terminar deliberadamente con esa vida humana. Si la ciencia ha establecido que el embrión es un ser humano, entonces debe ser considerado un sujeto de derechos, independientemente de las circunstancias en las que haya sido concebido. La vida es el primero de los derechos, ya que sin ella, no es posible ningún otro derecho. Esto lo reconocen muchos tratados internacionales. Por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “Toda persona tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona” (art. 3). La Convención Americana sobre Derechos Humanos aclara que “persona es todo ser humano” (art. 1 inc. 2). Y que “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente” (art. 4, inc. 1). El Estado, entonces, tiene la obligación de garantizar el derecho a la vida de todos los seres humanos, incluidos los más débiles, los no nacidos.
Muchos sostienen que el aborto legal es seguro. Lo cierto es que lo único seguro es que muera un hijo. La segunda víctima es la madre, ya que, legal o ilegal, trae graves consecuencias físicas y psicológicas. Existe peligro de infección, hemorragia, ablación del útero y muerte. Aquí en Argentina ya tenemos varios casos, como el de Keila Jones (Chubut) o el de María del Valle González López (Mendoza).
Además, los promotores del aborto nunca mencionan los daños psicológicos que provoca el aborto inducido. Ansiedad, depresión, adicciones, autolesiones, etc., son algunos de los síntomas que aparecen, a corto o largo plazo, en muchas mujeres que lo han pasado. Estas consecuencias, de las que soy testigo, han sido ampliamente estudiadas en países donde el aborto ya es legal, e incluso han sido reconocidas por la Asociación Americana de Psicología. (El impacto del aborto en la salud mental de las mujeres, 2008).
Por otro lado, en países como el nuestro (con un alto índice de pobreza), cuando el aborto se legaliza, se convierte en la única solución que se ofrece a las mujeres que atraviesan una mala situación económica o familiar. En lugar de resolver el problema real (paro, marginación, violencia doméstica, etc.) se les ofrece el aborto, pero vuelven a la misma situación en la que estaban, añadiendo una nueva a todas sus heridas: la de eliminar a su propio hijo. El aborto se convierte así en un instrumento de discriminación y eugenesia social: en lugar de combatir la pobreza, se elimina a los pobres. Lo vemos a diario a través de las mujeres que acompañamos.
Tengamos en cuenta también lo que nos muestra la experiencia en otros países: al legalizarse el aborto, éste aumenta exponencialmente, llegando incluso a utilizarse como un método anticonceptivo más. Es decir, se elimina a un ser humano simplemente porque molesta. Hay muchas razones que no puedo poner aquí por falta de espacio. Incluso en casos tan difíciles como la violación, el feto sigue siendo otra víctima inocente a la que también hay que defender.
En conclusión, la ley no puede apoyar ni promover una práctica que provoca no sólo la muerte de un ser humano inocente sino también daños físicos y psicológicos a la mujer y a su entorno. Hay otras salidas. Más difíciles y costosas, pero más humanas. Abogamos por el acompañamiento material, psicológico, médico y emocional de estas madres, para que puedan llevar a buen puerto su embarazo, sanar sus heridas emocionales y puedan criar a su hijo, y si esto no es posible, que tengan la posibilidad de darlo en adopción.
Hola! Soy Flor. Crecí en una familia cristiana, por lo que fui a un colegio de monjas. Te guste o no, la religión te adoctrina un poco, sobre “lo que está bien y lo que está mal”, pero mi espíritu rebelde me llevó, con el tiempo, a alejarme de la iglesia. Tuve y tengo un apoyo familiar increíble. Amigos que conservo del colegio que son la familia que elegí. Tuve la oportunidad de estudiar lo que quería y viajar por el mundo, lo que me dio perspectivas y enseñanzas que me hicieron la mujer que soy hoy.
Nunca tuve un aborto, ni tuve la necesidad emocional o física de llevarlo a cabo. Mi primer embarazo (consciente) fue producto de una relación de 4 meses. Él no era deseado pero ya tenía 32 años, un trabajo seguro, un techo propio y un apoyo humano de hierro. Nunca dudé de tener a León, que ahora tiene 4 años, sola o acompañada. Tuve la suerte de que el papá de León sintió la misma incertidumbre y emoción que yo, y como nos sentíamos súper enamorados (con nuestros escasos 4 meses juntos) llevamos adelante el embarazo, con mucho amor. Hoy también tenemos a Jazmín, que tiene 2 años. Mi historia tiene todos tintes positivos, como el de una película de Disney. Pero la realidad no es solo la que viví, el contexto en el que viven otras mujeres no es el mismo que el mío, por eso entiendo que las decisiones que otras personas sienten que tienen que tomar son diferentes a las que yo he tomado en mi vida.
En 2011 fundé una ONG de asistencia social, y desde entonces he sido voluntaria en provincias como Chaco y Misiones, en Argentina, y también en India, Camboya y Mozambique. Las vivencias y experiencias que he tenido han moldeado mis creencias, pensamientos y emociones. Estoy a favor y en contra del aborto. Creo que hay argumentos válidos en ambas posiciones, y creo que es importante estar abierta al debate. Nunca tuve dudas sobre la legalidad del aborto en casos de violación, discapacidad, falta de educación y bajos recursos, incluso en embarazos de riesgo tanto para la madre como para el bebé (a partir de ahora los llamaré embarazos tipo A). En cambio, la legalidad del aborto para mujeres educadas y de clase media alta que, por falta de atención, quedan embarazadas y luego deciden abortar (los llamaré embarazos tipo B) siempre me generó ruido. Sin levantar un dedo acusador, simplemente confieso que me resulta difícil tomar a la ligera este tema, porque se trata de mujeres con las que me puedo identificar en cuanto a educación y clase social, por lo que inmediatamente creo que tienen muchas más herramientas para evitar el embarazo de lo deseado.
Dicho esto, hay variables que me diferencian de otras mujeres que comparten mi nivel educativo y clase social, y que provocan que ellas actúen de manera muy diferente y tomen decisiones que distan de las mías –apoyo emocional, personalidad, experiencias-. Esto también repercute en sus acciones. Lo entiendo, por eso creo que la ley debe existir, pero con reglamentos y apartados que evalúen cada caso en particular, porque todos los casos son diferentes. La ley del aborto no sólo debe contemplar la acción de abortar, sino que también debe tomar en cuenta un tiempo antes y después de la acción misma. Considero que cuando una mujer solicita un aborto debe tener acceso a un terapeuta y al médico encargado de llevarlo a cabo, que le puedan ofrecer apoyo y contención –antes, durante y después-, así como información que cubra todas las posibles variables que existen, es decir, que la mujer conozca todas las opciones que tiene –llevar adelante el embarazo, tener un hijo, dar al bebé en adopción, abortar–, que tenga tiempo de evaluarlas y luego tomar una decisión. Y que entiendan que esa decisión conlleva una responsabilidad, tomar conciencia de sus actos y evitar repetirlo en el futuro. Hay otro punto que cuestiona mi posición a favor. ¿Cuándo el feto/bebé toma conciencia y siente dolor dentro del cuerpo de la mujer? Si un profesional me demuestra que hay un periodo de tiempo que confirma que hasta determinada semana de gestación el bebé no siente dolor físico ni emocional, inmediatamente me inclinaría a favor del aborto (hasta esa semana). Siempre hablando de casos de embarazos tipo B, que son los que ponen a prueba mi lealtad pro-abortista.
En ciertos casos, hay argumentos que me parecen pobres, por ejemplo “es mi cuerpo, yo decido”. Siento que no es suficiente ni es real, porque dentro de ese cuerpo hay otro que no puede decidir, y que a diferencia de quienes sostienen ese argumento, yo considero que ese feto es una vida. Por eso creo que es sumamente importante que se aclare mi duda del párrafo anterior. El aborto no puede ser solo un derecho, debe conllevar una responsabilidad. No debe ser clandestino, pero tampoco un procedimiento sencillo. Y no creo que en todos los casos deba ser pagado por la sociedad (embarazos tipo B).
El debate apenas comienza. Hay maneras de enriquecer las leyes para que sean justas para todos, pero lleva tiempo. Y es importante que respetemos las distintas posiciones y escuchemos, porque siempre hay algo más que aprender.
Hola! Soy Cecilia. Mi posición en relación a la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo en Argentina, fue y es a favor de la misma.
Durante muchos años fue una lucha llevada a cabo por muchas personas, en su mayoría mujeres, para sacar estas prácticas de la clandestinidad.
Creo que cuando hablamos de aborto legal, seguro y gratuito se trata de entender y aceptar que la persona que ha decidido interrumpir su embarazo lo hará de cualquier manera, legal o clandestinamente.
La clandestinidad supone un riesgo enorme, sobre todo para las personas de las clases sociales más vulnerables que, por falta de recursos, realizan la interrupción del embarazo en casa, o acudiendo a un centro clandestino, sin ningún tipo de seguridad, higiene, ni control. Estas intervenciones acaban muchas veces en infecciones o hemorragias, que si no se tratan a tiempo, resultan fatales. No sólo no se salvan las dos vidas, sino que se pierden las dos.
Una cosa que siempre me llamó la atención es que, hasta hace un año cuando el aborto voluntario era ilegal, existía la ILE (interrupción legal del embarazo) que establecía que si la vida de la madre estaba en riesgo o si había sido producto de una violación, se podía realizar el aborto de forma segura en un hospital. Ahí tuve ciertas preguntas y reflexiones al respecto. ¿Era diferente un embrión producido por violación a uno producido por una relación sexual consentida y gozosa? ¿Sería entonces que lo que se penaliza es haber quedado embarazada disfrutando? “Si lo disfrutaste, ¡ahora tómate un capricho! Lleva un embarazo aunque no sea lo mejor para ti, aunque no puedas o no quieras cuidar y criar a un bebé, aunque hubieras decidido no tener hijos, no poner el cuerpo a gestar y a dar a luz en ese momento o quizás nunca en tu vida”.
Hola a todos, soy Valeria. Muchas veces uno piensa que es muy difícil opinar sobre un tema sin pasar por esa experiencia, pero el aborto es algo que me tiene muy sensible, siempre he pensado que hay que apostarle a la vida y pienso que el nacimiento de un hijo es lo más maravilloso que le puede pasar tanto a un hombre como a una mujer es un acto único, por eso pienso que antes de tomar esta decisión de abortar, el tema debe ser abordado por profesionales que acompañen a la pareja o a la mujer que toma la decisión.
Muchas veces escuché a mi hijo de 14 años al hablar de este tema, diciendo que las mujeres son libres de decidir con su cuerpo lo que quieran en esta cultura feminista que actualmente se quiere imponer, pero no olvidemos que hay una vida que no tiene la posibilidad de decidir nacer y eso es muy triste. También puede ser que un hombre que tampoco pueda decidir criarlo solo y pierda el derecho a ser padre porque la única que tiene este derecho es la mujer. También creo que las mujeres deberían estar debidamente informadas sobre la posibilidad de dar a sus bebés en adopción, donde hay parejas que esperan años debido a un régimen judicial totalmente burocrático.